La historia de la migración checa y eslovaca a América Latina se remonta al siglo XVI. En el territorio de España y Portugal navegaron los conquistadores, los colonizadores y los primeros misioneros de América. Más tarde se unieron a ellos comerciantes, artesanos y constructores, desde finales del siglo XVIII se sumaron también viajeros y académicos.
No obstante, únicamente desde el siglo XIX podemos hablar de la emigración checa y eslovaca, cuando debido al cambio de la situación política en Europa se inicia la emigración hacia el continente americano. En América Latina esta inmigración no es deliberada y obedece a los planes de las naciones recién formadas para colonizar vastos territorios hasta ese momento intactos. Los gobiernos nacionales apoyaron a los colonos europeos ya que creían en la transferencia de los valores europeos, su cultura y su modelo económico para ayudar a la “civilización” del continente americano.
Durante los siglos XIX y XX emigraron a América Latina al menos 80 mil checoslovacos. La mayoría de los inmigrantes checos y eslovacos se establecieron en Argentina, Brasil y en menor medida Paraguay, Uruguay y Chile. También hubo emigración hacia México, Venezuela, Perú y otros países de la región.